La Importancia de llamarse: "Dulce Noelia".

jueves, febrero 01, 2007

El Salto Encantado


La leyenda del Salto Encantado


Cuenta la leyenda que en la selva de misiones vivían dos tribus enemigas. El cacique de una era Aguará y de la otra Jurumí. Aguará tenía una bellísima hija Yate-í.
Era la pretendida de todos quienes la conocían y muchos caciques de la región ofrecían inmensas riquezas por su mano.

Jurumí el feroz enemigo, tenía un hijo Cabure-í, este era famoso por su valentía y destreza en la guerra y en la caza.
Quiso el destino que ambos jóvenes se conocieran un día en estas cirscuntancias: Cabure-í recorría la selva en busca de caza cuando fue atraído por el grito de terror de una joven, corrió hacia allí y en un claro del monte vio a la hermosísima Yete-í a quien no conocía a punto de ser atacada por un yaguareté .
Cabure-í clavo su lanza con certeza en el corazón del animal, su sapucay triunfal anuncio la muerte de la fiera.

El amor entre los jóvenes nació en ese momento como por un mágico encantamiento.
Pero... ¡Oh dolor! Cuando se enteraron quienes eran.
Sus tribus no admitieron este amor y volvieron a luchar sangrientamente.
Yate-í corrió hacia el campo de combate derramando lagrimas de angustia que al tocar el suelo iban formando un cristalino hilo de agua.

Cuando Cabure-í la vio en lo alto de una loma, corrió hacia ella y la tomo en sus brazos.
Los guerreros de Aguará dispararon sus flechas hacia Cabure-í y los de Jurumí hacia Yate-í. En ese instante truenos ensordecedores hicieron temblar el cielo y la tierra.
El suelo se abrió como para cobijar a los enamorados muertos, y en ese lugar los asombrados combatientes vieron caer las aguas del arroyo formado por lagrimas de Yate-í.

Tupá con su poder sobre todas las cosas había creado el Salto Encantado, situado en el pueblo que lleva el mismo nombre. En recuerdo de los hijos que se amaron Jurumí y Aguará no volvieron a luchar.